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Respuesta del Hueso Inmaduro



Las características fisiológicas del hueso infantil determinan en esta estructura una especial capacidad de respuesta ante las fracturas y son responsables de una serie de fenómenos.


Rapidez de consolidación
La capacidad de regeneración tisular en el organismo guarda una relación inversa a la edad del individuo y, por tanto, la consolidación es más rápida cuanto más joven es el niño. La aparente ventaja que esto representa (tiempo de inmovilización más corto), en ocasiones constituye un inconveniente, ya que nos deja poco tiempo para corregir una posible mal-posición de los fragmentos (futura consolidación viciosa). 





Seguridad en la consolidación
Otra consecuencia positiva de esta mencionada alta capacidad de regeneración tisular es la práctica ausencia de retrasos de consolidación, o ausencias de la misma (nounión o pseudoartrosis) en el grupo de edades que nos ocupa.


Hipercrecimiento
Las fracturas diafisarias de los huesos largos de las extremidades inferiores y, en mucha menor medida, de las superiores experimentan frecuentemente un estímulo del crecimiento longitudinal del segmento fracturado. Este estímulo se produce habitualmente en los primeros 18-24 meses post-fractura,  estabilizándose después.
Suele ser simétrico, por lo que produce sólo dismetrías o compensación de acortamientos tras la fractura, pero también, en algunos casos, puede ser asimétrico produciéndose deformidades angulares.




Remodelación
Este fenómeno es, junto con el siguiente que veremos (la deformidad progresiva) la, quizá, más sorprendente y llamativa de las reacciones del hueso infantil ante la fractura.
En relación, sobre todo con la edad (a más joven, mayor y mejor remodelación) y con el grado de malunión o consolidación viciosa, las fracturas infantiles experimentan un proceso de remodelación de mayor o menor importancia tras la consolidación.
Este hecho, junto con la rápida consolidación que se observa habitualmente en las fracturas a estas edades, ha condicionado en gran medida que, a diferencia de en los adultos, en los niños se hayan empleado clásicamente tratamientos conservadores en la gran mayoría de las fracturas y quirúrgicos en una mínima proporción. En cualquier caso la remodelación no es un fenómeno que se dé siempre y, mucho menos, de
manera completa, por lo que nuestra recomendación es tratar de conseguir, siempre que sea posible, la reducción anatómica de los fragmentos fracturarios.




Frenado de crecimiento
Las fracturas, sobre todo las localizadas en el propio cartílago fisario (fracturas fisarias) pueden traer como consecuencia un frenado del crecimiento. Dependiendo de la edad del individuo (y, por tanto, de su crecimiento remanente) y de la fertilidad de la fisis lesionada, el mencionado frenado dejará secuelas más o menos notorias.
Además, dependiendo de la localización de la lesión fisaria (central, global o periférica) la secuela del frenado fisario podrá ser un acortamiento, una deformidad angular o una combinación de ambas. 



De Pablos, J., & González Herranz, P. (2005). Fracturas Infantiles. Conceptos y Principios.